Pordiosero
Publicado: Vie Feb 12, 2010 21:52
Espero que este no esté repetido.
Un día un pordiosero se dirigió hacia la ventanilla de un lujoso Mercedes que estaba detenido en un semáforo, ocupado por un elegante y próspero caballero y se entabló el siguiente diálogo:
Señor, ¿podría regalarme unos euros para comer?
- Pero, ¿no te los irás a beber, verdad?
- No señor, no bebo alcohol.
- Entonces, seguro que te los vas a gastar en tabaco.
- No señor, no fumo.
- Pues te los gastarás jugando y apostando con los otros pedigüeños.
- De ninguna manera. Nunca juego ni apuesto nada.
- ¿Entonces se los piensas dar a una prostituta?
- Jamás he tenido relaciones con ninguna mujer que no fuera mi novia, convertida luego en mi esposa hasta que me abandonó.
- Entonces toma. Te voy a dar cien euros. Pero vas a venir a comer a mi casa. Quiero invitarte a una buena comida casera y así podrás gastarte los cien euros en lo que te de la gana.
El pordiosero, sorprendido, sube al impresionante coche y, ya en camino, pregunta:
- Oiga, señor, ¿no se enojará su esposa al ver llegar a alguien como yo y que se siente a la mesa a comer?
- Probablemente sí, - contesta el rico - pero valdrá la pena. Tengo interés en que ella vea en qué se convierte un hombre que no bebe, no fuma, no juega ni va de lumis.
Un día un pordiosero se dirigió hacia la ventanilla de un lujoso Mercedes que estaba detenido en un semáforo, ocupado por un elegante y próspero caballero y se entabló el siguiente diálogo:
Señor, ¿podría regalarme unos euros para comer?
- Pero, ¿no te los irás a beber, verdad?
- No señor, no bebo alcohol.
- Entonces, seguro que te los vas a gastar en tabaco.
- No señor, no fumo.
- Pues te los gastarás jugando y apostando con los otros pedigüeños.
- De ninguna manera. Nunca juego ni apuesto nada.
- ¿Entonces se los piensas dar a una prostituta?
- Jamás he tenido relaciones con ninguna mujer que no fuera mi novia, convertida luego en mi esposa hasta que me abandonó.
- Entonces toma. Te voy a dar cien euros. Pero vas a venir a comer a mi casa. Quiero invitarte a una buena comida casera y así podrás gastarte los cien euros en lo que te de la gana.
El pordiosero, sorprendido, sube al impresionante coche y, ya en camino, pregunta:
- Oiga, señor, ¿no se enojará su esposa al ver llegar a alguien como yo y que se siente a la mesa a comer?
- Probablemente sí, - contesta el rico - pero valdrá la pena. Tengo interés en que ella vea en qué se convierte un hombre que no bebe, no fuma, no juega ni va de lumis.