Una mañana la hermana se encuentra con la Madre Superiora, y le dice:
Madre, ¡He sido salvada!
¿Pero cómo ha ocurrido tan magno evento, querida hija?
Anoche, mientras ayudaba al padre José con su baño, él tomó mi mano y la llevó hasta su entrepierna, y me dijo que esa era la llave del cielo y que sería necesario probarla con mi cerradura para ver si se abren las puertas del paraíso para ser salvada.
La Madre Superiora dice:
¡Viejo desgraciado! ¿Y qué más pasó?
Bueno, probamos la cerradura, él me dijo que al principio dolería un poco, porque el camino al cielo era difícil y doloroso, pero que al final sentiría un gran placer.
Dice la Madre Superiora:
Viejo hijoputa! Y a mí que me tenía engañada con que era la trompeta del Arcángel San Gabriel, y se la estoy soplando desde hace 20 años.


