Es una señora cuarentona de muy buen ver, que va a un congreso de medicina a Valencia y se hospeda en el Hotel Hollyday Inn. La mujer, casada y muy aburrida, puritana y del Opus, se siente por una vez extraña y con ganas de darle una alegría al cuerpo. Coge el periódico y ve un anuncio que pone: "Mauro, venezolano, 21 años, 35 x 7 cms., masajista profesional, masaje acabado como tu quieras".
La tía, muy excitada, coge el teléfono, marca el número del tal Mauro, y dice con voz sensual:
- Hola, me llamo Luisa. Soy una chica tímida, y quisiera que vinieses a la habitación 234 del Hollyday Inn a darme un masaje, pero suave, sólo quiero mimitos, nada más.
Bueno, si me das unos besos no pasa nada, aunque si son con lengua creo que me gustaría aún más, ya que luego podrías seguir con tu lengua urgando por mis pechos, para seguir bajando hasta la vagina y comerme el clítoris hasta que estalle de placer.
Ya de paso, si tienes algún jueguecito, te lo traes ( consoladores, latigos, vibradores, esposas, bolas chinas, etc ), así de la que me revientas con tu enorme nabo, tengo el otro agujero tapado con algún artilugio.
Sería también interesante, si tienes algún amigo que esté bien dotado, lo traigas contigo, porque me gustaría ser salvajemente doble penetrada y que me dejen escocida y con el ano amoratado.
Lo que ya colmaría mis aspiraciones, sería que vinieses con un perro Dogo que calce bien de mango y una pitón para que me la introduzca por el coño.
No te cortes y si conoces algún grupo de enanos, me los traes que esos tienen fama de follar como jodidos leones.
Tampoco dejes de cagarme, orinarme y hacerme una follada de puño con un alambre de espino puesto, así como derramarme cera hirviendo por todo mi cuerpo.
Bueno, esclavo mío, dile a tu zorrita ¿qué te parece todo esto?
- Hombre, a mi bien, pero Señora Luisa para llamadas externas debe pulsar el cero antes de marcar el número de teléfono.