
me gustan, me encanta leerlos, hay algunos q nos hacen viajar, nos hacen disfrutar con las experiencias ajenas.. hay algunos de vosotros q pueden identificarse con alguns relatos, les dejaré unos de mis favoritos, una historia muy excitante, muy caliente, muy todo...

“DULCE ESPERA por Flora Holorosa"
Sola.
Pasan los minutos sin saber muy bien que hacer. Tumbada en la cama sientes que tu cuerpo arde.
Por todas partes algo te inquieta, te remueve. Es el deseo. Saber que vuelve que deseas verlo, sentir otra piel caliente que te abraza.
Sola.
Pienso en él y cada vez ardo más, siento que me estremezco…
Miro el reloj y decido ocupar mi tiempo, pero… ¿qué hacer? Y sin darme cuenta estoy mirándome al espejo. Mostrando mi cuerpo, mientras un hormigueo me recorre. Miro mi silueta de mujer, esas ondas que deseo dibuje su mano, mientras, siento su aliento tras de mi. Cada vez más cerca de mi cuello, mi mejilla. Un aliento cálido que envuelve y me vuelve a estremecer.
Es una tarde tranquila, de cielo raso, sol cálido. Ese calor suave de verano que trae con sigo una brisa fresca al caer la tarde. Como aquellas tardes en las que dábamos largos paseos para postergar la despedida. Allí cuando apenas te conocía, ahora lo confieso: no era la fresca brisa, tu ya erizabas mi piel con tus caricias. El frescor de la tarde solo ayudaba en la despedida a apaciguar el fervor que de mi cuerpo se desprendía.
La espera de hoy se hace larga y es la brisa la que vuelve a apaciguar la sed cálida que surge en mis labios.
Danzo por la casa, abro las ventanas por doquier, (quizá algunas las haya vuelto a cerrar). Necesito respirar. ¿Por qué me parece que tardas tanto?
Por fin tu llegada.
Un reencuentro dudoso. ¿Deseado por ambos? Se que sí.
Tu mirada te delata. Tus ojos brillan, tu pulso tiembla y tras un abrazo ese beso que no sabíamos como empezar. Como aquel que evitabas dar para no decir adiós, hasta mañana.
No sabíamos como dar ese beso, pero tras él todo se ha hecho más fácil.
Ahí estamos, en el recibidor de la casa, cuando seguido a una mirada de complicidad han llegado las caricias. Esas caricias que recorren el cuerpo de arriba a bajo.
Y sin querer él ya ha encontrado un hueco entre mi camisa. Su mano se puede sentir ardiendo al contacto con mi piel.
Ha empezado a recorrer la espalda suave y lentamente. De atrás a delante llega a mis pechos, recogiéndolos en su mano y con ello haciendo aflorar la pasión. Mi cuerpo empezaba a humedecer en el rincón prohibido.
La pequeña duda del principio había desaparecido también en él. Ya solo hay deseo. Un deseo exaltado, con una prisa frenada por el placer de disfrutar cada segundo, cada sensación.
Has soltado, nada más, que el cierre del sujetador, cuando yo he quitado tu camiseta. No has necesitado más para apoyarme contra la pared y mientras me besas quitarme cada uno de los botones de la camisa.
Como me gusta tu mirada llena de deseo, desprendiendo de mi cuerpo esa camisa, que dejas caer al suelo sin apartar tu ojos de mí. Entonces en un acto rápido me alzas llevándome contigo al dormitorio, me dejas con suavidad sobre la cama y me desnudas completamente.
Estoy desnuda, tumbada, mirando como él también se quita la ropa y entonces oigo su voz:
– Te echaba de menos.
Te acercas a mi y te acaricio las piernas, subiendo hacia arriba, llego a la ingle. Apenas rozo tu pene, erguido, duro. Mi mano pasa de largo. Noto tu excitación y mi boca empieza a salivar.
Necesito chuparte, saborear el sexo. ¡Cuánto me excita solo pensarlo!
No he dejado que te poses sobre mí. Dejándote de pie con tu pene a la altura de mi boca, mientras yo sentada en la cama empiezo a lamer lentamente toda tu polla, hasta tenerla húmeda, que la introduzco en mi boca, entera. Tu te has estremecido, sujetándome la cabeza. Frenando de nuevo el placer.
Métemela!
Te reclamo.
Y sin un respiro, me empuja a la cama, abriéndome la piernas, observando como mi sexo se entrega.
Cómo, húmeda, el clítoris pasa de rosado a rojo pasión.
Que placer sentir su polla entrando poco a poco, hasta que, al tenerte dentro, he soltado un gemido de placer. Una tras otra me has hecho chillar de placer, un placer enfurecido.
Has parado para observarme, de nuevo. Como si algo hubieras olvidado, me das la vuelta para observar mi espalda, mi culo.
Me pongo a cuatro patas, pues se que nos encanta. Mostrando así todo mi sexo abierto, esperando tu regreso. Esperando vuelvas a llenarlo de placer. Tú no tardas en responder y me penetras. Sin más presión que la necesaria para sentir el máximo de placer. Ese orgasmo que deseas llegue, pero lo haces esperar.
Por fin llega.
Mi cuerpo hierve, se contrae y chillo de placer. Tu me coges firmemente del trasero y te corres conmigo. Un placer que recorre todo tu cuerpo. Nos ha hecho temblar, estallar… para pasar al sosiego.
Esa calma y tranquilidad. Ahora sí, nos abrazamos, desnudos, relajados. Dejando que nuestro calor humano sea nuestro único abrigo… Nos hemos dormido.